El Colapso moral de las universidades
(Tiempo de lectura: 7 minutos)
¿Qué quieres hacer cuando salgas de la universidad con tu título en mano? ¿cuales son las probabilidades reales de que puedas hacerlo? ¿qué estas haciendo hoy que te está acercando o alejando de ese objetivo?
TL;DR La academia es un microcosmos hermoso y seguro donde encontramos refugio de las contradicciones y hostilidades de la vida ahi fuera. Pero ese refugio es temporal, y la academia está dando cada vez menos herramientas para salir, luchar y vencer. El caso de EEUU debe servirnos como advertencia.
Cuando escuchamos Yale o Harvard pensamos en universidades de élite con sus edificios de ladrillo rojo, cesped verde y académicos y alumnos de clase mundial. Durante décadas Hollywood se ha encargado de mostrarnos el poder de sus universidades y el estatus que da a las personas que ingresan ahí. Películas como “La Sociedad de los Poetas Muertos” o “La Sonrisa de Mona Lisa” nos mostraban hombres y mujeres libres dispuestos a poner en duda cualquier idea y salir de su alma mater preparados para ser pioneros y arquitectos del futuro.
Y durante décadas, también, las personas han estado dipuestas a pagar por ser parte de ese sueño. Entre 1940 y 1950, el costo de estudiar en Yale era de alrededor de USD 15,000 (ajustado a la inflación a 2015). Para 1980, había aumentado hasta los USD 26,000 (de nuevo, ajustado a la inflación), USD 46,000 para el año 2000 y se encuentra actualmente en más de USD 80,000 al día de hoy.
Conforme aumentan los costos, los estudiantes han estado dispuestos a pagarlos incluso a costa de tomar enormes deudas, esperando que el estatus, la empleabilidad y el buen salario asociado a tener un título en una universidad de prestigio compense el enorme gasto. Al día de hoy la deuda estudiantil en EEUU asciende a 1.77 billones de dolares. Más de 3 millones de personas deben al menos US 100,000.
¿Valió la pena? Probablemente no. La deuda estudiantil se está convirtiendo en un problema sistémico y una de las mayores burbujas en EEUU al día de hoy, lo que quiere decir que la mayoría de esas deudas son impagables. Esto, en términos prácticos, quiere decir que salir de una escuela de prestigio no te asegura un buen empleo, al menos no uno que te permita pagar los exhorbitantes costos de haber estudiado ahí. Esto es particularmente cierto en las ciencias sociales, donde a los estudiantes graduaduos en temas como Egiptología o Artes Liberales les está constando trabajo encontrar dónde acomodarse en un mundo laboral donde no hay mucho interés en la unificación del Alto y Bajo Egipto, la justificación de pagar millones de dolares por un brochazo random de pintura en un lienzo o en general en cualquier cosa que no tenga que ver con la rentabilidad de la empresa (maldito capitalismo).
Pero esto es solamente una parte de la ecuación. Las ciencias duras también están sufriendo este desbalance entre el costo y el beneficio. ¿Por qué?
[ADVERTENCIA: Contenido políticamente incorrecto a partir de aquí.]
Porque al final del día, no es solo ciencia lo que se enseña en las carreras de ciencias. También se les enseña en el inter sobre teoría queer, espacios seguros, decolonización, privilegio blanco y otras ideas que te hacen popular en el campus, pero que fuera de él no te van a llevar muy lejos.
Uno de los casos más recientes: tras el ataque terrorista de Hamas a Israel que dejó más de 700 civiles muertos entre los que se encontraban muchas mujeres (aquí al parecer no se vale hablar de feminicidios y violencia sexual), un gran número de estudiantes de Harvard se apresuraron a mostrar su solidaridad con Palestina y a responsabilizar a Israel por el ataque.
Al día siguiente Bill Ackman (gestor de fondos de cobertura estadounidense) publicó un comunicado donde pedía (en nombre de varios CEO's compañeros suyos) publicar la lista de personas detrás de dichos comunicados, de modo que las compañias que así lo quisieran pudieran rechazarlos para cualquier trabajo en el futuro. La lista, efectivamente, se hizo pública, y aunque plataformas como google se apresuraron a desindexarla y bajar estas listas de google drive por "Violación a los Términos y Condiciones", ya sabemos que lo que hay en internet perdura. En los días posteriores, muchos estudiantes se apresuraron a desvincularese de tales declaraciones y a denunciar la política de cancelación que estaban sufriendo (oh, la ironía), pero el daño estaba hecho.
Paréntesis: Mencion honorífica a Mia Khalifa que fue separada de su trabajo en Playboy por hacer declaraciones como "¿Puede alguien decirle a los luchadores de la libertad en Palestina que giren sus telefonos y filmen en horizontal?", al parecer sin saber que Playboy sigue siendo una empresa controlada por judíos. Mia Khalifa no es miembro de la Ivy League ni nada, pero no podiamos dejar de mencionarla.
Resulta que las ideas y actitudes que se celebran actualmente en los campus no son necesariamente las mismas ideas y actitudes que te permiten desarrollarte planeamente en el mundo laboral, ya sea que quieras trabajar como asalariado, como trabajador independiente o como fundador de una startup. Y por mucho que nos quejemos y digamos que las cosas no deberían de ser así... pues... así son. La alternativa es permanecer en la academia, seguir buscando posgrados y becas y apostar por que vas a poder conseguir alguna plaza de académico o investigador antes de que los posgrados se acaben y las cuentas se acumulen.
¿Cómo afecta esto a las universidades mexicanas? Por mucho que sintamos que somos autónomos de lo que hagan los gringos, vivimos en un mundo donde las ideas no son detenidas por fronteras o lenguajes. Las mismas ideas que están haciendo colapsar la empleabilidad y sentido crítico en las universidades americanas están entrando aquí. Pedir que te digan compañere puede ser algo normal aquí en el aula, pero en las empresas es cada vez más una red flag. No lo digo (solo) yo, lo dicen los founders, gerentes, managers y en general personas que ya tienen que lidiar con suficientes problemas relacionados a la gestión de una organización como para agregarle el que Juanite pidió de nuevo una mediación en RH porque no usaron los pronombres correctos en el Teams para referirse a ella… elle… lo que sea, pues.
El espíritu crítico y la excelencia académica también están sufriendo. La posverdad y el subjetivismo estan metiendose con cada vez más profundidad a las aulas: primero eliges en que creer, y después adaptas los datos y hechos a tus necesidades. Nadie tiene la razón, la verdad es relativa, y lo mismo son las calificaciones o promedios. Herramientas como la IA Generativa y la propia viralidad de la información permiten generar propaganda a favor o en contra de cualquier bando o idea. Agregale la cada vez más laxa evaluación académica, la mayor facilidad de hacer trampa, y el desincentivo ante un panorama cada vez más difícil para los jovenes (es real que ninguno de nosotros se va a jubilar) y tienes todos los elementos para que la calidad de las universidades (y de sus egresados) decaiga.
¿Quienes van a perder y quienes van a ganar con esto? Por un lado, la autofagia de las más prestigiosas universidades y su comunidad privilegiada obligará a las empresas e institutos a mirar hacia nuevos lugares en busca de talento, y esos lugares bien podrían ser las universidades de menores rankings que se han mantenido mas o menos alejadas de lo peor de las ideologías del victimismo. Internet ha servido como un gran igualador, y hoy los alumnos de cualquier lugar del mundo pueden tener acceso a educación de primer nivel en las habilidades que en ese momento te garanticen la mayor empleabilidad, sin toda la propaganda y la presión del monopensamiento: Coursera, Udemy, DataCamp, Khan Academy, los programas de capacitación gratuitos de Google, IBM, etc. El mercado laboral no va a volverse sencillo para estas personas (vivimos tiempos de enorme precariedad, tengas o no los skills adecuados), pero al menos, vas a evitar muchos potenciales problemas.
Pierden todos aquellos que se hayan tragado el cuento de que el mundo afuera es como en la universidad, que a la gente le interesa lo que piensas o lo que sientes, más que los resultados a los que puedas llegar. Dejé la Facultad de Ciencias hace más de 10 años y he tenido la oportunidad de ver las características de las personas que se emplean en las empresas (grandes y pequeñas) y que logran hacer carreras exitosas ahí. De la mayoría de tus compañeros de trabajo no vas a saber de inicio si son feministas radicales, o si tienen una gorra de MAGA en la mochila, o si creen que solo hay dos sexos. No es que sean esclavos del sistema que ya no tienen ideología (lamentablemente, algo de eso tambien hay). Sencillamente, tus opiniones son como tu vida sexual y el dinero que tienes en el banco: privadas, y no las discutes con cualquiera (mucho menos con tu manager o con las de R.H.). No porque tus opiniones estén mal (o bien), sino porque cada quien tiene la suya, y todos tenemos derecho a trabajar sin ver la convivencia y el trabajo en equipo contaminados o de plano detenidos por el encontronazo que eventualmente habrá si cada idea intenta abrirse camino dentro de las organizaciones.
Por mi parte espero ver tarde o temprano un cambio en la estrategia suicida de muchas universidades, el regreso del espíritu crítico a las aulas, el fin de lo políticamente correcto y de la cultura de la cancelación, entre muchas otras lacras. Pero antes de eso, vamos a tener que caer más bajo. Desde este espacio quiero pedirte que no te dejes llevar por la marea de acontecimientos y que creas y digas lo que quieras decir, pero no por moda, y sobre todo, entendiendo las consecuencias de hacerlo.
Derecho de réplica: nuestra linea editorial apoya la libre expresión de ideas desde el respeto y los argumentos. Si quieres responder o hacer correcciones a alguno de los artículos, envianos el nombre del artículo al que estás respondiendo, tu réplica y tu nombre o pseudónimo al correo hipatia@datawestward.com con el asunto “Derecho de réplica”. Las mejores serán publicadas en las siguientes ediciones, en la sección con el mismo nombre.